El Sangiovese, una de las variedades de uva más emblemáticas de Italia, tiene un linaje que se remonta a la antigüedad, convirtiéndose en un pilar fundamental de la viticultura italiana. Si bien su origen exacto sigue siendo objeto de estudio, la mayoría de los historiadores y ampelógrafos coinciden en que sus raíces pueden rastrearse hasta la civilización etrusca (siglos VIII-III a.C.), un periodo en el que la viticultura se desarrolló ampliamente en la península itálica.
Los etruscos, que habitaron la actual Toscana, fueron pioneros en el cultivo organizado de la vid, perfeccionando técnicas de viticultura que influirían posteriormente en el Imperio Romano. Evidencias arqueológicas sugieren que no solo domesticaron vides silvestres, sino que también implementaron sistemas de conducción y vinificación avanzados para la época. Dado que Toscana fue un centro clave de la civilización etrusca, es probable que el Sangiovese haya evolucionado en esta región, adaptándose a su clima y suelos diversos.
Estudios genéticos recientes han reforzado la teoría de que el Sangiovese es una de las variedades de uva autóctonas más antiguas de Italia, con indicios que apuntan a un parentesco con Ciliegiolo y Calabrese di Montenuovo (Vouillamoz et al., Wine Grapes, 2012).
Para más información sobre la viticultura etrusca, visita el sitio de la Superintendencia Arqueológica de la Toscana.
A pesar de sus orígenes ancestrales, la primera mención documentada del Sangiovese aparece en el siglo XVI, en un tratado del agrónomo toscano Giovan Vettorio Soderini, quien se refería a la uva como Sangiogheto. En su obra Trattato della coltivazione delle viti e del frutto che se ne può cavare, describe la variedad y sus cualidades vinícolas.
El nombre "Sangiovese" ha sido motivo de debate etimológico. La teoría más aceptada es que proviene del latín Sanguis Jovis, que significa "Sangre de Júpiter". Esta referencia mitológica sugiere un vínculo con el dios supremo del panteón romano, otorgando a la uva un aura de divinidad y nobleza. Es posible que este nombre haya sido acuñado por monjes durante la Edad Media o que tenga raíces aún más antiguas, reflejando el respeto y la veneración que los antiguos viticultores sentían por esta variedad, conocida por su capacidad de producir vinos de gran calidad y longevidad.
Para una exploración más profunda sobre el simbolismo del vino en la mitología romana, el artículo Dionysos y Baco: El Legado Divino del Vino del Instituto de Estudios Romanos proporciona información valiosa.
A lo largo de los siglos, el Sangiovese se ha convertido en la columna vertebral del vino italiano, especialmente en Toscana, donde protagoniza algunos de los vinos más prestigiosos del país, como Chianti, Brunello di Montalcino y Vino Nobile di Montepulciano. También ha encontrado un lugar importante en regiones como Emilia-Romaña, Umbría y Las Marcas, cada una aportando un matiz único a su expresión vinícola.
Uno de los aspectos más fascinantes del Sangiovese es su extraordinaria capacidad de adaptación. Es una variedad altamente influenciada por el terroir, con variaciones significativas en estructura y perfil aromático según el tipo de suelo, altitud y clima donde se cultiva. Las versiones más tradicionales del Sangiovese destacan por su alta acidez, taninos firmes y notas de frutas rojas, hierbas secas y toques terrosos. Sin embargo, en las últimas décadas, la innovación en la vinificación ha permitido producir estilos más modernos, con mayor cuerpo, fruta más madura y envejecimiento en roble francés, como en los Super Toscanos.
Durante los siglos XX y XXI, la investigación vitivinícola ha llevado a una mejor selección de clones de Sangiovese. Actualmente, se han identificado más de una docena de clones distintos, entre ellos el Sangiovese Grosso (utilizado en Brunello di Montalcino) y el Sangiovese Piccolo, que suele producir vinos más ligeros y frescos.
Para un estudio científico sobre los clones del Sangiovese, consulta las investigaciones del Consejo Nacional de Investigación de Italia - División de Viticultura.
Si bien Italia sigue siendo el epicentro del Sangiovese, su prestigio ha llevado a que se cultive en otros países, destacando Estados Unidos (California), Argentina y Australia.
En California, regiones como Paso Robles y Santa Bárbara han demostrado ser ideales para esta variedad, donde se cultiva en solitario o en ensamblajes con Cabernet Sauvignon y Merlot, dando lugar a vinos con mayor estructura. En Argentina, bodegas en Mendoza y la Patagonia han empezado a experimentar con el Sangiovese en altitudes elevadas, obteniendo perfiles más frescos y vibrantes.
Para un análisis más detallado sobre la expansión del Sangiovese fuera de Italia, la Wine & Spirit Education Trust (WSET) ofrece materiales educativos sobre el tema.
Pocas variedades de uva pueden presumir de una historia tan rica y profunda como el Sangiovese. Desde su misterioso origen etrusco hasta su papel en los vinos más icónicos de Italia, esta uva sigue cautivando a viticultores, investigadores y amantes del vino en todo el mundo. Su capacidad de reflejar el terroir, su evolución a lo largo del tiempo y su versatilidad en la vinificación garantizan que el Sangiovese continúe siendo un pilar de la viticultura global en las próximas generaciones.