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El alma líquida de Toscana

Escrito por Claudio Tejerizo | Oct 1, 2025 12:25:03 PM

 

Un legado que atraviesa siglos

El cultivo del olivo en Toscana se remonta a la época etrusca, más de 2.000 años atrás. Los romanos perfeccionaron su extracción y lo utilizaron como alimento, medicina, cosmético y fuente de luz. En la Edad Media, los monasterios conservaron el saber agrícola y el aceite se convirtió en un bien preciado, reservado para usos sagrados y curativos.

Un legado que atraviesa siglos

El cultivo del olivo en Toscana se remonta a la época etrusca, más de 2.000 años atrás. Los romanos perfeccionaron su extracción y lo utilizaron como alimento, medicina, cosmético y fuente de luz. En la Edad Media, los monasterios conservaron el saber agrícola y el aceite se convirtió en un bien preciado, reservado para usos sagrados y curativos.

Durante el Renacimiento, el aceite de oliva comenzó a ocupar un lugar central en la cocina toscana, caracterizada por su sencillez y respeto por los sabores puros. Desde entonces, su presencia en la vida cotidiana se volvió inseparable: en las mesas, en los mercados, en las conversaciones.

El paisaje como testigo

Los olivos son parte del ADN visual de Toscana. Sus troncos retorcidos, sus hojas plateadas, su resistencia al paso del tiempo. En zonas como Montalcino, donde conviven con viñedos centenarios, los olivos aportan equilibrio al ecosistema agrícola y belleza al paisaje.

La producción de aceite en la región se realiza con variedades autóctonas como Frantoio, Leccino y Moraiolo, que dan lugar a aceites frutados, intensos y ligeramente picantes. La cosecha suele hacerse a mano, en otoño, y la extracción en frío garantiza la conservación de aromas y propiedades.

Cultura, salud y ritual

En la sociedad toscana, el aceite de oliva es más que un producto: es parte de un ritual. Se sirve con pan recién horneado, se degusta como si fuera vino, se comparte como gesto de hospitalidad. También se valora por sus beneficios para la salud, su capacidad antioxidante y su rol en la dieta mediterránea.

En muchas fincas de la región —incluyendo algunas que combinan viñedos y olivares— el aceite se produce en pequeña escala, con métodos artesanales y una filosofía de respeto por la tierra. Es un producto que no busca impresionar, sino acompañar. Que no necesita etiquetas rimbombantes para transmitir su valor.

Lo esencial permanece

En tiempos de velocidad y exceso, el aceite de oliva toscano nos recuerda que lo simple puede ser extraordinario. Que lo auténtico no pasa de moda. Que lo duradero tiene una belleza propia.

Y que a veces, basta con un trozo de pan, un hilo de aceite y una vista a las colinas para sentir que todo está en su lugar.

 

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